sábado, 16 de junio de 2007

Nuestra historia (y algunas aclaraciones)

Buenos días:
Lo primero que quiero aclarar es que Hopkins dice muchas tonterías y lo de antes es una de ella. Me encargaré personalmentede ponerle las pilas (o de bajarle el sueldo por incompetente). Por cierto no se pierdan la canción que ha compuesto, es que Andye nos ha salido cantautora. ¡Es una chica multiusos! Fiscal, cantautora, fontanera (aunque supongo que esta historia no os la habrá contado, pues intenta olvidarla a toda costa, pero yo siempre se la recuerdo)... Cada vez me sorprende más. Creo que jamas habría sospechado que podría llegar a hacer una estupidez de semejante calibre. Por no hablar del argumento de la canción. Eso es lo que le gustaría que le cantase Charles. Os preguntaréis quien es. Pues bien, Charles es el chico de los cafés de nuestro Bufete-Fiscalía. Ella cree que no sé que le gusta, pero no soy tonta, y a ella se le nota a la legua.
Bueno, zanjado este tema, creo que va siendo hora de que conozcan cómo llegamos a la conclusión de que lo importante era condenar a los criminales y salvar a los inocentes y no ganar o perder los juicios.
Era 12 de diciembre del pasado año 2006, y por aquel entonces, yo estaba enfrascada en la resolución de un caso peliagudo: todo apuntaba a que mi cliente era culpable, pero yo la creía. Era una chica de 18 años recién cumplidos, asustada, confusa y que desgraciadamente ya podía ser juzgada como una mujer adulta. La acusaban de haber matado a su mejor amiga, acuchillándola, en el sótano de su casa. Yo tenía la certeza de que era inocente, sus ojos me lo decían. Todos estaban en su contra y sus padres dudaban, cosa que yo creía totalmente comprensible, pero aun así la apoyaban. Aquella chica se llamaba Rebecca Spencer y... era mi hermana. Todas las pruebas apuntaban sin lugar a dudas a mi hermanita Becky. Yo tenía que encontrar la forma de que saliera impune, porque sabía que ella no lo había hecho. Mientras tanto, Rebecca, en estado de shok, no se atrevía a decir nada, ni a salir a la calle, solo se encerraba en su celda y veía pasar las horas con la mirada perdida y lágrimas en los ojos. Aquello a mí me dejó conmocionada. Tenía que llegar al fondo del asunto.
El día que llegué a los tribunales, encontré una fiscal que vestía ropa ancha y de actitud despreocupada. Me vió y vino a saludarme. Recuerdo perfectamente la conversación:
-¡Hey! Hola, tú debes ser la abogada Spencer. Me han hablado mucho de tí.
- Sí.
-Bueno, yo no llevo mucho tiempo en esto de la fiscalía, pero me encanta desde que era una renacuaja de 5 años.
-Qué bien.
-Creo que la acusada se apellida Spencer como tú. Lo llevas claro para defenderla, está claro que es culpable.
-Es mi hermana, es inocente, y pienso demostrarlo.
Me fui enfurecida sin despedirme y desde aquel día odié a Hopkins con todas mis fuerzas. Para ser una novata, se manejaba muy bien frente a la Corte Suprema. Aquel día quedaron cabos sueltos y el juicio se suspendió hasta el día siguiente, pero solo nos quedaban dos días, pues la máxima suspensión de los juicios son tres, y yo tenía la impresión de que podría durar hasta una semana. En mi casa, en el autobus, en el mercado, en las tiendas, en mi bufete... a todas horas intentaba encontrar alguna contradicción en algún testimonio, algún indicio, cualquier cosa, que me indicase que tenía una mínima posibilidad de demostrar la inocencia de mi hermana. Pero era inútil. Era un caso tan extremo que... era imposible.
Cuando llegué a mi casa ese día y encendí mi portatil, ví que tenía un correo electrónico y lo abrí. Era de Hopkins. Me daba algunas pistas y me citaba a las 9:30 del día siguiente, justo antes del juicio, para aportarme algunas pruebas que podrían ayudarme. Me sentí aliviada y esa noche, después de muchas en vela, pude dormir algo más tranquila. Es algo que le agradeceré a Andye el resto de mi vida. Gracias a aquellas mínimas pruebas, pude demostrar la inocencia de Becky. Su ayuda fue crucial en el veredicto y repito que se lo agradeceré eternamente. Aquello me enseñó el verdadero significado de la palabra justicia, de ayudar sin pedir nada a cambio, de no importarte nada más que la seguridad de un igual. Y fue en ese momento cuando cai en la cuenta de que a Andye no le había importado perder el juicio, me ayudó solo porque sabía que Becky era inocente, y no quería verla en la carcel. Unos meses más tarde, y tras llegar a un acuerdo, nos alíamos y defendímos la justicia juntas, y, aunque a veces diga cosas como las que he dicho antes, yo la aprecio mucho y es la mejor socia que se puede tener.
No me gusta recordar esa etapa de mi vida, por lo tanto, doy por terminado este tema. Ahora soy feliz viendo a mi hermana feliz y eso es lo que me importa. Espero no haberles aburrido con mi historia... Ojalá no necesiten pasar por esto nunca. ¡Oh! Es muy tarde, ya son las 2:28, debo irme a dormir, tengo mucho sueño... bueno, hasta pronto y gracias por escucharme.
Fdo:

Alli Spencer

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